Los láseres se utilizan en diversos procedimientos dentales, caries, periodontitis…

La palabra láser es un acrónimo del inglés Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation, o sea luz amplificada por emisión estimulada de radiación.

Gracias a la energía concentrada que se encuentra en la luz láser podemos utilizarla para efectuar distintos tipos de tratamientos odontológicos. Cuando la luz entra en contacto con el objetivo, se inicia un proceso de remoción gradual y controlado del tejido no deseado.

El láser tiene la capacidad de distinguir a éste del tejido sano, por lo que es un mecanismo muy conservador que permite preservar la mayor parte del diente, concentrándose en retirar el tejido enfermo.

Al mismo tiempo, el láser genera un efecto de alta desinfección en la zona donde se lo aplica.

Gracias a la energía concentrada que se encuentra en la luz láser podemos utilizarla para efectuar distintos tipos de tratamientos odontológicos.

Investigadores de EE.UU. se dirigieron a determinar si existe un beneficio definitivo de usar láseres dentales en el tratamiento periodontal, este estudio lo realizaron debido a que el coste de los aparatos es muy elevado.

Según los autores, las simulaciones validan la eficacia de los láseres dentales en la eliminación de las bacterias orales y contribuyen a mejorar la salud bucodental después del tratamiento periodontal.

Los investigadores esperan que los ensayos clínicos basados en los resultados de su estudio se diseñen para confirmar sus hallazgos.

El Láser de diodos tiene una longitud de onda específica que estimula las células logrando un equilibrio para que puedan reaccionar adecuadamente en los procesos inflamatorios, regenerativos y de dolor, con lo cual tiene gran eficacia analgésica, antiinflamatoria y bíoestimulante, así como efecto cicatrizante y regenerativo, acelerando la velocidad de cicatrización de las heridas, así como la reducción del edema y la inflamación postoperatoria.

Debido a que es un láser de baja potencia esta luz no provoca corte ni destrucción de los tejidos únicamente los fortalece y estimula.

Es útil en Odontología en tres puntos básicos: control del dolor, disminución de la inflamación y estimulación de las células que reparan las agresiones por cirugía o traumatismos, siendo fundamental en muchos de los procedimientos bucales preoperatorios y postoperatorios.

Su procedimiento terapéutico como analgésico es empleado para minimizar dolores dentales producidos por caries, tratamientos ortodónticos, sensibilidad dentaria, golpes o infecciones, mientras que como antiinflamatorio actúa después de efectuar extracciones y endodoncias, en inflamación de las encías o tras cirugías.

Su efecto regenerativo acelera la cicatrización de los tejidos y ayuda a la formación de hueso, mejorando las condiciones de los tejidos de sostén del diente.

Sus principales aplicaciones en general son en casos de hipersensibilidad dentinaria, lesiones o úlceras aftosas y herpéticas, dolores neurálgicos del trigémino, alveolitis, disfunción o trismus de la ATM, parálisis facial, lesiones periapicales, bioestimulación ósea, traumas quirúrgicos bucales, procesos inflamatorios bucales, terapias láser prequirúrgica y postquirúrgica de terceros molares, etc.