Halitosis

“El 80% de los casos se ocasiona en la propia cavidad bucal."

La Halitosis, también conocida como mal aliento, se define como el conjunto de olores desagradables que se emiten por la boca. Es un problema que afecta una de cada dos personas, a un 40% de la población. Se considera un problema de carácter social relacionado con una higiene bucal deficiente o con enfermedades de la cavidad oral, aunque en ocasiones puede ser una manifestación de alguna otra patología, también existe la pseudo-patológica (la persona produce mal aliento y no lo percibe).

La producción de sustancias malolientes, los más frecuentes los Compuestos Volátiles de Sulfuro (CVS), se asocia a los productos resultantes de la degradación del metabolismo de las bacterias, generalmente las bacterias anaerobias gram-negativas, que se localizan principalmente en la zona posterior del dorso de la lengua y en otras localizaciones como bolsas periodontales.

Las causas de la Halitosis oral pueden ser patológicas y no patológicas.  El 80% de los casos se ocasiona en la propia cavidad bucal. Entre los motivos externos a la boca que pueden provocar un aliento desagradable están: enfermedades respiratorias y otorrinolaringológicas (5%-8%), enfermedades digestivas (2%); y otras como diabetes mellitus, insuficiencia renal y hepática.

Como acabar con ella

En la mayoría de los casos, la halitosis disminuye con un cambio de hábitos. Hay una serie de prácticas que, además de evitar el desarrollo del mal aliento, pueden acabar con él: Mantener una correcta higiene dental (un cepillado durante tres minutos reales), sin olvidar la lengua para disminuir el acúmulo de bacterias, tres veces al día.

También hay que utilizar la seda dental o los cepillos interproximales para eliminar de forma completa los restos alimenticios y la placa bacteriana depositados entre los dientes y bajo el borde de la encía, consiguiendo una higiene dental adecuada. Para prevenir la sequedad bucal es importante mantener una buena hidratación.

Se recomienda beber mucha agua. Reducir los intervalos entre las comidas y los alimentos como la cebolla, el ajo y especias de sabor intenso. Seguir una alimentación sana y equilibrada, incrementando el aporte de alimentos naturales, y disminuir el consumo de tabaco, alcohol y café. Visitar al dentista como mínimo una vez al año.