En verano es el momento de querer tirarse todo el día en la piscina, disfrutando del frescor que sólo puede otorgar un buen baño, pero, ¿qué pasa con nuestros dientes?
El cloro es utilizado en las piscinas para desinfectar el agua y mantenerla con un pH adecuado, a veces la cantidad de cloro es mucha y si nos sumergimos es perjudicial para el esmalte dental.
Para prevenir este daño, podemos fijarnos en las barandillas y las escaleras de las piscinas donde vamos a bañarnos: si están erosionados, probablemente se debe a un exceso de cloro, que ha dado lugar a una excesiva acidez en el agua.
Podría pasar lo mismo con sus dientes, por eso es mejor buscar otro lugar para el baño.
En caso de tener piscina propia, recuerde controlar periódicamente el pH del agua.
Aunque la exposición que solemos tener al cloro de la piscina no es la suficiente como para que podamos empezar a tener miedo por el esmalte dental. Sí sucede, por ejemplo, con los profesionales de los deportes de agua que están más de seis horas diarias dentro de una piscina y deben de tener un cuidado especial.
En definitiva, se trata de extremar el cuidado de nuestra higiene bucal después de volver de la piscina, para evitar los efectos que del cloro en el esmalte dental.
Siempre, cepíllese los dientes por lo menos dos veces al día.
Por lo demás… ¡Feliz baño!